La cantante compró la propriedad para ser vecina de los chicos, pero no le funcionó…
El año pasado Britney Spears compró una casa en Calabasas, California, al lado de la casa donde viven sus hijos Sean Preston y Jayden James con su padre Kevin Federline. La cantante pagó casi US$ 12 millones por la propiedad con el único deseo de estar más cerca de los adolescentes y poder verlos más a menudo.
Sin embargo, casi nueve meses después de la compra, según la revista People, la cantante vendió la casa por US$ 10 millones, con una pérdida de US$ 2 millones. Su decisión tiene que ver con los niños que nunca quisieron acercarse a ella.
Según la publicación, Britney vendió la mansión a un abogado de Texas.
Aunque vivía en el mismo barrio que su exesposo Kevin Federline y sus hijos Sean, de 17 años, y Jayden, de 16, las cosas «no funcionaron» y los chicos siguen estando algo alejados de ella.
Pero la propiedad fue la primera que Spears pudo comprar desde que dejó la tutela, y era muy importante para ella como parte de recuperar el control de su vida.
«Ella eligió [la casa] con Sam. Quería un nuevo comienzo con Sam. Ha sido muy importante para ella tener una casa que compró sin tener que pedir la aprobación [de su padre, Jamie Spears]», dijo un informante.
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