Al ser cuestionada, la artista evitó ponerle nombre y cara a su ex pareja…
En una participación en la conferencia ‘Rompe el Miedo’ de Ana Gallardo, Ninel Conde se sinceró sobre la violencia física y emocional que vivió en una de sus relaciones pasadas.
Con el objetivo de alertar a otras mujeres sobre esta problemática, la artista detalló los difíciles momentos que atravesó, aunque prefirió no revelar la identidad de su agresor ni cuándo ocurrieron los hechos. Ante la pregunta directa sobre si se trataba de sus relaciones con Juan Manuel Figueroa o Giovanni Medina, Ninel fue enfática al señalar que no deseaba «ponerle nombre o cara» a la persona de la que hablaría.
“No hay que ponerle nombre. Yo te voy a decir una cosa, si yo no tengo nada bonito que hablar de alguien prefiero no hacerlo. Pero hablando desde mis vivencias, sin darle nombre y sin ponerle cara, yo viví violencia física”, expresó.
La intérprete confesó que le tomó cuatro años poder liberarse de este vínculo dañino, admitiendo haber sufrido de «codependencia». Durante su testimonio, Conde compartió algunos de los episodios más impactantes de la violencia que experimentó: “Me ahorcaban, me arrancaban la ropa. Quemaron una Biblia enfrente de mí. Fue algo muy traumático”.
Ninel también describió el patrón de comportamiento de su agresor, quien, tras los ataques, mostraba arrepentimiento y le pedía perdón insistentemente, a lo que ella terminaba cediendo.
“Después de que venía un episodio de violencia, venían las lágrimas, venía el arrepentimiento y el ‘perdóname’ y el ‘me voy a matar si no me perdonas’”, contó.
A pesar de reconocer que la situación era insostenible, para Ninel salir de la relación fue un proceso arduo.
“Un hombre que te levanta la mano una vez lo va a volver a hacer. El hombre tóxico contamina a la pareja y no te das cuenta. Estás en un ciclo vicioso y ya cuando ves, no puedes salir de ahí», explicó.
La fortaleza del «Bombón Asesino» para superar esta difícil etapa llegó cuando conoció a alguien que la trató con respeto y cariño. Este contraste le permitió dimensionar la gravedad del ciclo en el que estaba inmersa.
“En una de esas 400 veces que terminábamos, llegó otra persona y me empezó a hacer sentir bien. Me trataba divino. Yo decía: ‘¿Qué es esto? Esto está padre. No sabía que se sentía tan padre’. Y así fue como ya no volví”, reveló.